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Fosa Común
Un proyecto de Günter Schwaiger y Tom Lavin
sobre los desaparecidos del franquismo

Lugares de exhibición:

Del 16.12.05 al 28.01.06

El Ojo Atómico, Antimuseo de Arte Contemporáneo
Del 16.12.05 al 28.01.06

15.08.06 al 01.09.06
Centro Cultural Español

Calle Guatemala 18, Centro histórico, México D.F.


23.09.06 al 01.10.06
ARGEKultur Salzburg,
Josef-Preis-Allee 16, A-5020 Salzburg


Conferencia
Instituto Cervantes en parís

15.03.07 al 19.03.07
ECAT. Espacio Contemporáneo Archivo de Toledo

Calle Trinidad nš 10. 45002 Toledo.



El golpe de Estado fascista liderado por el general Francisco Franco en 1936 contra el gobierno de la República Española encontró una inesperada resistencia popular, que desembocó en una larga y cruenta guerra civil. El próximo año se cumple el 70 aniversario de este suceso, pero a pesar del tiempo transcurrido la sociedad española aún se enfrenta a numerosos fantasmas del pasado.

La campaña militar golpista se complementó con la organización de un programa de exterminio de cualquier posible opositor, en la que colaboraron fuerzas de seguridad del Estado, en especial la Guardia Civil, el partido fascista Falange y civiles que apoyaban el golpe.

Un sistema seguido en las zonas rurales para llevar a cabo el exterminio fue el siguiente: en cada pueblo las personas adeptas al bando golpista debían confeccionar una lista con los nombres de opositores o sospechosos. Esta lista era entregada a los fascistas del pueblo vecino, que se ocupaban de capturar a los individuos señalados, para asesinarlos en las proximidades de la población, donde eran enterrados sin más trámites.
De esta manera las pistas y testimonios se obscurecían, y se aseguraba la opacidad para el futuro. El sistema fue, además de monstruoso, muy eficaz. La organización dispersa no ha dejado documentación ni registro alguno del alcance de la operación, ni de la duración que tuvo. La implicación de la población civil en los crímenes ha propiciado que un espeso silencio cubra esta etapa de nuestra historia, y las fosas comunes del franquismo son un tabú del que pocos se atreven a hablar.

Posteriormente ningún gobierno español ha reconocido la existencia de estas ejecuciones extrajudiciales, y pese a las evidencias de que hay de cientos de fosas comunes a lo largo de todo el país, sigue sin haber un censo oficial de desaparecidos.

Desde el restablecimiento de la democracia en 1978 se han exhumado cadáveres en muchos puntos de España, y se han dignificado algunas grandes fosas, como la del cementerio de San Salvador, en Oviedo, o los Pozos de Caudé, en Teruel, que albergan más de un millar de cuerpos cada una. Pero en muchos casos las exhumaciones se han realizado con poco rigor científico y sin trabajo documental.

En 2000 se constituyó la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), una entidad privada cuyo objetivo es localizar el mayor número posible de fosas comunes, exhumar e identificar los cuerpos y darles enterramiento en cementerios, para restituir la memoria a la sociedad española. Hasta ahora han abierto más de 70 fosas y se han exhumado 571 cadáveres. Pero estas cifras no son más que la punta del iceberg: la cantidad exacta de fosas es aún incalculable y la suma de desaparecidos es de decenas de miles.

En 2003 se abrió una que contenía seis cadáveres, en el pueblo de Santa Cruz de la Salceda, provincia de Burgos. La exhumación fue documentada por Günter Schwaiger en la película titulada “Santa Cruz, por ejemplo…” El documental, estrenado en 2005, nos muestra el trabajo de un equipo de arqueólogos, que lentamente van sacando los huesos a la luz. Los familiares de los desaparecidos observan el trabajo, preparados para transportar los restos al cementerio de la localidad. Entrevistas con vecinos del pueblo, tanto parientes de los desaparecidos como personalidades públicas, la alcaldesa y el sacerdote católico, o viandantes, nos proporcionan una imagen nítida de la tensión que sigue provocando este tema, aún después de 70 años.

En la video-instalación Fosa Común esta película, proyectada en una pared, se combina con otros elementos. El principal, un mapa de España dibujado sobre el suelo por Tom Lavin con tierra recogida en la fosa común de Santa Cruz. El público, al caminar sobre el mapa, entra en contacto físico con una tierra donde durante casi 70 años han reposado, olvidados, los cuerpos de seis víctimas de la represión. Con una tierra donde está prácticamente todo lo que queda de estos cuerpos. Sus propias pisadas arrastran la arena y desdibujan el mapa hasta dejarlo irreconocible, repitiéndose, de forma metafórica, la desaparición de nuestra memoria histórica: una memoria substraída y falseada y un drama humano de proporciones incalculables.

En las otras paredes hay una selección de citas históricas y legales, una lista de las exhumaciones realizadas hasta hoy por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, un mapa de fosas comunes por comunidades autónomas y un mapa detallado de la comarca de Aranda de Duero, donde se encuentra Santa Cruz de la Salceda, como ejemplo de la densidad real de los enterramientos clandestinos. La información ofrecida en los listados y los mapas no es más que la punta del iceberg, ya que recoge sólo el resultado de las investigaciones de la ARMH, completado con datos de organizaciones relacionadas.

Por último tres monitores que nos ofrecen otros tantos documentos: la recogida de tierra en la fosa de Santa Cruz, un montaje con retratos más de 400 desaparecidos y un plano fijo del mapa dibujado en el suelo, hecho con una cámara de vigilancia que registra el paso del público.

Todos estos elementos muestran el nexo entre los crímenes cometidos hace más 60 años, la labor de recuperación de la verdad que es inherente a la democracia, y la experiencia personal del propio espectador, que ha entrado en contacto físico con la tierra de una fosa común, y debe hacerse partícipe o bien del olvido, o bien del recuerdo.

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Colabora:
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica

Agradecimientos:
Luis Gonzalo Martínez, Natasha García Lomas, ediciones despacio mobcoop ediciones, Ángel Sáenz; Martin Eller, y a los socios y simpatizantes de la ARMH que han ofrecido sus testimonios.

Fotos, Centro Cultural de España en México: Theda Acha

 


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