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Recetas de Esperanza
A modo de introducción

1. Sobre el dolor

El dolor es una experiencia íntima, difícil de compartir. Cuando la desgracia nos alcanza muchos preferimos la soledad y el silencio a las palabras de ánimo de los que, aun sinceramente afectados, no pueden estar sintiendo lo mismo. El dolor, además, no admite ningún tipo de aritmética. No se puede cuantificar el sufrimiento contando el número de víctimas, porque cada muerto lo que ha perdido es su propia vida, entera, y cada ser querido su horizonte, su camino. La fuerza que dan los sueños para seguir andando por el mundo.

El dolor es intrasferible e irracional. Y por lo mismo que hemos explicado, egoísta. Yo puedo decir que de todas la muertes causadas por accidentes de tráfico la única que me ha dolido, y me duele cada día, es la de mi hermano Sergio, y que de todas las muertes causadas por el cáncer la única que me ha dolido, y me duele cada día, es la de mi hermana Sonia. Pero cuando el dolor es provocado por la guerra, por cualquier forma de violencia del hombre sobre el hombre, la gratuidad del sufrimiento, su injusticia intrínseca, se agudiza hasta límites insoportables. Creo que sólo es comparable con el que produce la pobreza extrema.

Los atentados perpetrados en Madrid el pasado 11 de marzo nos han traído a casa un dolor que ya empezábamos a considerar poco más que un espectáculo. Pese a que todavía vive una generación de españoles que han conocido los horrores de una guerra, y pese a que en nuestro territorio hay al menos una banda terrorista en activo, la masacre de los trenes nos ha metido de golpe en una realidad que creíamos lejana, televisiva. Por un momento se anula la distancia, la diferencia, entre Madrid, Gaza o Kerbala, donde sólo nueve días antes 112 personas fueron asesinadas de una manera muy similar. Los mismos gritos, la misma sangre. El dolor del "otro" es ahora nuestro dolor; somos el "otro", el moro, el moreno, el paria injuriado una y otra vez. Nos han cambiado los papeles, y no sabemos si para siempre. Este cambio de papeles nos permite comprender que la "guerra mediática" no existe. Es una ficción tranquilizadora. Lo que existe es el dolor, personas que mueren y personas que lloran.

En los días siguentes al atentado los medios de comunicación han hecho un esfuerzo considerable para preservar la "humanidad" de las víctimas. Poco a poco nos van dando a conocer sus rostros y sus historias, para que la tragedia no sea engullida de inmediato por nuevas oleada de estadísticas cruentas.Ê El inexpresivo recuento de víctimas Êdebe fijarse en nuestra memoria por procedimientos tradicionalmente artísticos: el retrato y la narración. Mientras la sociedad sale de su estupor el dolor no debe ser neutralizado por el análisis político o el debate ideológico.

Por supuesto que habrá que hacer una valoración política de estos sucesos, y analizar con cuidado sus causas, efectos y ramificaciones. Pero habrá que hacerla desde el dolor, porque cuando hablamos de hacer justicia nos referimos precisamente a la necesidad de acabar con este tipo de dolor, del que se causa por la mano del hombre, por la opresión en las muchas y crueles formas que hemos inventado. Y también porque este sentimiento es quizás lo único humano que vamos a encontrar entre las razones y las sinrazones de la guerra, y nuestra capacidad para compartirlo y comunicarlo lo único que puede evitar que se acabe transformado en odio.

2. El artista (todavía) como lugarteniente

La cultura de una sociedad, la civilización, el conjunto de normas, valores, representaciones, símbolos o relatos que empleamos para organizar y entender nuestra existencia, es un sistema delicado y sensible. Está sometido constantemente a la tensión que provocan fuerzas contradictorias, y por lo tanto está siempre en un proceso de transformación que nadie puede controlar del todo. Cuando un grupo de personas ejerce estas fuerzas con el objetivo de que la transformación siga un determinado curso, estamos hablando de ideología. Las posiciones ideológicas están presentes, de manera consciente o inconsciente, en todas las producciones culturales. Luego volveremos sobre esto.
Una de las banalidades con las que en su momento nos castigaron las versiones más populares de la postmodernidad fue la idea de que el artista, yo prefiero hablar de intelectuales en general, ha dejado de ser un agente de la transformación social. Dicho de otra manera, que la cultura se convierte en espectáculo y bien de consumo, perdiendo la capacidad de crear significados y nuevas representaciones. Para mí esta idea es profundamente reaccionaria, y responde más al deseo de que el arte abandone cualquier impulso innovador o crítico, que a la imposibilidad real de ser crítico, innovador o subversivo. Deseo compartido tanto por las clases dominantes, que son las que financian la producción cultural, como por muchos artistas, que buscan en su trabajo una fuente de ingresos y de prestigio social, y no un manatial de conflictos. Esto desde luego no es nuevo, ni es algo intrínsecamente malo. Siempre ha habido, por ejemplo, pintores de oficio. Debemos tener en cuenta también que el término artista engloba realidades muy diferentes: desde el acróbata que hace piruetas en el circo, al cantante que sublima las compulsiones eróticas de los adolescentes con horribles pareados, al creador que es capaz de dar contenido a determinada actividad y entablar así un diálogo con la sociedad.

Dejando de lado el problema de la legitimación de la obra de arte, uno de los factores que diferencian al artista, como intelectual, del showan o del artesano es la forma en que plantea su relación con la cultura donde tiene lugar su actividad: una relación de naturaleza sintomática o de naturaleza crítica.
Una composición musical, un texto literario, una película o una obra de arte pueden estar transmitiendo con acierto un sentir común a la mayor parte de la sociedad, y son entonces un síntoma: toman parte en los valores establecidos, se identifican con ellos y los representan con las técnicas y herramientas aceptadas generalmente para cada disciplina. El objetivo del creador en este caso es proporcionar algún tipo de disfrute o entretenimiento al público, y obtener a cambio una retribución.

Pero una composición musical, un texto literario, una película o una obra de arte pueden estar cuestionando ese sentir común a toda la sociedad. Constituyen entonces una crítica. Rechazan los valores establecidos, no se identifican con ellos y representan otros nuevos, diferentes, con técnicas y herramientas cuya idoneidad para este fin quizás no está asimilada. El objetivo del creador es este caso es propiciar un cambio cultural, y por ende sociopolítico, aún a riesgo de sufrir represalias.

Dentro de nuestra tradición cultural se está necesariamente en un lado o en otro, y por eso decía en el primer párrafo que en toda creación cultural hay una ideología y una toma de postura política, con consecuencias sobre la vida de las personas que forman la sociedad. No voy a extenderme más sobre este tema, y no por falta de ganas, sino porque la finalidad de este texto es otra. Como cierre de este apartado voy a recordar una cita de Teodoro Adorno, extraída del ensayo que le da título:
"Pero ese arte encarna la resistencia contra la presión indecible que el mero ente ejerce sobre lo humano. Ese arte está en representación de aquello que podríamos ser. No atontarse, no dejarse engañar, no colaborar: tales son los modos de comportamiento social que se decantan de la obra de Valéry, la obra que se niega a jugar el juego del falso humanismo, del acuerdo social con la degradación del hombre."

3. Algunas consideraciones personales

La idea de hacer una convocatoria de "Recetas de Esperanza" surgió en el trancurso de una conversación, en la que María María me explicaba un proyecto que rondaba su cabeza, y que finalmente aterrizamos de esta manera.
El sistema de convocatoria abierta, que ya usamos en "Madrid Cerrado", tiene el atractivo de atacar frontalmente la autoridad del curador y el prestigio del artista. El aura de la obra de arte, su cualidad de fetiche, se sacrifica a favor de un sistema de trabajo que genera redes muy amplias, en las que la relación entre interlocutores y las reglas del diálogo deben improvisarse. Los resultados son por supuesto irregulares, y en esta ocasión hemos recibido un importante porcentaje de colaboraciones que no se ajustan a la convocatoria: poemas, imágenes, textos y otras cosas difíciles de clasificar. Algunos los hemos eliminado, pero la mayoría los hemos subido a nuestra WEB bajo el epígrafe de "Otras colaboraciones". En cuanto a las recetas, cada cual puede opinar sobre su interés humano o su calidad artística. Nosotros no damos premios.

La respuesta en general está siendo buena, escribo unos días antes de la presentación, y la extensión que ha alcanzado la convocatoria, el "forwardeo", nos ha sorprendido. Tanto que hemos decidido dejar esta convocatoria abierta indefinidamente, los cuatro años que tiene por delante el Ojo Atómico. Pero para muchos artistas, profesionales o aficionados, la obra de arte de ejecución delegada, se me acaba de ocurrir semejante expresión, parece haber sido un concepto algo difícil de comprender. Esta es posiblemente una de las razones, entre muchas, de que la participación de artistas españoles sea relativamente baja, ya que aquí la producción artística se hace casi exclusivamente para proveer de objetos a un mercado muy conservador, y que depende de un rígido sistema de legitimación basado en la autoridad.

Pero la receta consiste en dar a otra persona los conocimientos necesarios para ejecutar una pieza, y esto es precisamente lo atractivo del proyecto. Desvincular la producción final del objeto artístico de su creador original, para involucrar al público en los procesos creativos. Es una experiencia que ya realicé hace 10 años en el marco del III festival internacional de arte raro y performances (FIARP), con el título de "Instalaciones Kit". Más recientemente el curador suizo H.U. Obrist ha llevado a cabo un proyecto similar, "Do It", pero con una rigurosa selección de artistas.
Personalmente estoy avanzando en el terreno de las convocatorias abiertas y las obras de ejecución delegada con la curiosidad y la emoción de quien se interna en un territorio desconocido, jamás hollado por pie humano, y puedo asegurar que seguiremos trabajando en esta dirección. Esperamos que nuestra iniciativa haya sido finalmente esperanzadora.

Tomás Ruiz-Rivas